Bicentenario en Unimog

En esta oportunidad decidimos celebrar el Bicentenario de una manera diferente: con los amigos y en la montaña. Es por esto que el jueves 16 de septiembre cargamos el Unimog y nos dirigimos, en primer lugar hacia Polcura (VIII Región). Viajamos finalmente 4 del staff, Iván, Andrés, Nicolás y Juan Ignacio, acompañados por 2 pololas y un amigo, Jenni, Paola y Nicolás.


Día #1
El destino final era la Laguna del Manco, para la cual hay que entrar por un terreno privado y por caminos forestales. Una vez allá nos negaron la entrada por los dos diferentes accesos argumentando que eran terrenos privados. Por más que discutimos, ya que por ley debe existir un acceso libre y sin costo para todas las aguas (ríos, lagunas, lagos y mar), no nos dejaron entrar. Tratamos de acudir a Carabineros, pero no quisieron hacer nada. No nos quedó otra opción que seguir hacia el Parque Nacional Laguna del Laja. Era bastante tarde por lo que buscamos un lugar protegido del frio y armamos un campamento para comer algo y pasar la noche.



Día #2
Al otro día despertamos y decidimos que hacer. La idea era seguir hasta la Laguna del Laja y ver en qué condiciones se encontraba el ingreso hacia la Laguna los Cóndores. Camino a la Laguna del Laja nos dimos cuenta que el bloqueo diferencial traía problemas, no funcionaba correctamente. Lo anterior produjo que nos quedáramos enterrados en la nieve. Fue bastante difícil sacarlo de ahí ya que no había donde agarrar los winches. Por lo mismo, finalmente, clavamos unas estacas, armamos un juego de poleas con el winche y salimos del lugar. Estábamos en un principio un poco frustrados ya que no lograríamos tampoco la segunda meta que era la pequeña Laguna los Cóndores. Para animar el momento nos divertimos en la nieve con una tabla de skate y nos olvidamos de los problemas anteriores. Pasamos toda la mañana en la nieve y luego bajamos hasta Antuco, a la casa de unos viejos amigos. Nos quedamos ahí toda la tarde y aprovechamos de ir en la noche a las ramadas.



Día #3
Despertamos relativamente temprano y nos dirigimos hacia una ruta desconocida que llegaba hasta el Cerro el Pilque, que esconde una laguna en su cara sur, vista anteriormente en Google Earth. El camino se puso entretenido, bien estrecho con buenas pendientes. Luego de una hora de andar llegamos hasta el fin del camino, en donde había un árbol muy grande cortando el camino. En eso nos entretuvimos un rato, con el winche y unas poleas logramos sacarlo. No paso ni un minuto y nos dimos cuenta que algo goteaba, con gran caudal, bajo el camión. Era petróleo. Retrocedimos rápidamente hasta un lugar visto anteriormente para acampar y reparar el camión. Ahí dimos con el problema, el filtro de petróleo se había rajado (esto gracias a que antiguamente se había reparado, lo que fue un error). Se inventó una forma de taparlo y nos olvidamos del problema para celebrar el Bicentenario. Armamos la parrilla e hicimos un asado acompañado de unas cervezas con una vista impagable del Valle.


 
Día #4
Asustados por la fuga, bajamos nuevamente a Antuco para revisar bien el problema. En unos cuantos metros, la fuga comenzó nuevamente y más fuerte. Era bastante fácil de solucionar si contábamos con un filtro, pero en Antuco y feriado, era muy complicado. Hicimos que abrieran una ferretería para nosotros y compramos acero líquido. Quedó bastante bien el arreglo o por lo menos eso parecía, asique decidimos ir a un destino muy lindo y ya conocido que estaba bastante cerca (Puente Colgante). Llegando al lugar nos percatamos que la fuga seguía. Esto hizo que desistiéramos la idea de llegar al Puente Colgante y volvimos a bajar hasta Antuco. Pasamos la noche ahí bastante preocupados por no saber cómo volveríamos a Concepción con la fuga de petróleo.



Día #5
Despertando decidimos agotar todas las posibilidades en Antuco, ya que en Los Ángeles (ciudad más cercana) probablemente iba a estar todo cerrado por ser feriado. Hasta que dimos con una ferretería que nunca antes nos la habían nombrado, de hecho el personaje de la otra ferretería dijo que eran los únicos en el pueblo. En esta ferretería tenían el filtro de petróleo exacto del motor por lo que fue bastante sencillo de arreglar y pudimos viajar a Concepción sin ningún otro contratiempo.




El viaje, a pesar de los problemas mecánicos y que no nos dejaran entrar a la primera opción, fue todo un éxito, lo pasamos muy bien y aprendimos mas del camión y sus distintos repuestos que hay que manejar para nuestra próxima gran aventura.

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